Una resonancia magnética utiliza un poderoso campo magnético, ondas de radio y una computadora para producir imágenes detalladas del interior del cuerpo. Se puede usar para obtener diagnósticos o para monitorear una variedad de condiciones.
Cuando hablamos de la columna, un estudio de imagen de este tipo se realiza para evaluar su anatomía, ayudar a planear una cirugía o para identificar si ha habido cambios en el área después de una intervención. Puede, por ejemplo, encontrar zonas de la columna donde el canal espinal —que contiene la médula— presente un estrechamiento anormal, lo que requiere una cirugía. También puede evaluar los discos intervertebrales, para ver si hay abultamientos o pinzamiento de la médula o los nervios. A continuación, enlistamos los aspectos generales de una resonancia magnética:
La resonancia magnética es un estudio de imagenología no invasivo que crea imágenes tridimensionales y detalladas de la anatomía del cuerpo. Se emplea, generalmente, para detectar enfermedades, hacer diagnósticos y monitorear tratamientos. Se basa en tecnología que estimula y encuentra cambios en la dirección del eje rotacional de los protones que hay en el agua que forma los tejidos vivos.
La mayoría de las máquinas que se utilizan para obtener estas imágenes son magnetos grandes en forma de tubo. Cuando el paciente está dentro, el campo magnético realinea temporalmente las moléculas de agua de su cuerpo. Las ondas de radio hacen que estos átomos produzcan señales apenas perceptibles, las cuales se emplean para crear imágenes transversales, que pueden verse desde distintos ángulos.
A diferencia de una tomografía computarizada, una resonancia magnética no usa radiación. En su lugar, las ondas de radio realinean los átomos de hidrógeno que existen naturalmente en el cuerpo. Esto no causa ninguna alteración química en los tejidos. Conforme los átomos de hidrógeno regresan a su posición usual, emiten distintas cantidades de energía, dependiendo del tipo de tejido en donde estén. Así, el escáner captura la energía y crea una imagen con esta información.
En la mayoría de los equipos, el campo magnético se genera por el paso de corriente eléctrica a través de bobinas. Estas se ubican dentro de la máquina, pero, en ocasiones, se encuentran alrededor de la parte del cuerpo que será examinada. Las bobinas mandan y reciben ondas de radio, produciendo señales que la máquina detecta. Cabe resaltar que la corriente eléctrica nunca entra en contacto con el paciente.
Finalmente, una computadora procesa las señales y crea las imágenes, las cuales muestran una parte del cuerpo. De esta manera, el radiólogo puede estudiarlas desde distintos ángulos.
Una resonancia magnética puede mostrar la diferencia entre tejido enfermo y sano mejor que los rayos x, una tomografía y un ultrasonido.
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Durante el escaneo, te acostarás sobre una cama que se adentra en la máquina, después de haberte despojado de joyería, algunas prendas, lentes u otros objetos que pueden interferir con el estudio. Dependiendo de la parte del cuerpo que vaya a ser escaneada, entran primero tus pies o tu cabeza. Un técnico radiólogo opera el equipo por medio de una computadora que se encuentra en una habitación contigua; podrás hablar con él por medio de un intercomunicador. Mientras se hace el escaneo, escucharás ruidos fuertes como de golpes, lo que indica que las bobinas se están prendiendo y apagando. Podrás usar audífonos para evitar molestias. La prueba dura de 20 a 60 minutos, dependiendo del área que se vaya a escanear y el número de imágenes que se necesiten. Es importante que permanezcas quieto durante todo este tiempo.
Cuando se trata de diagnosticar un problema asociado con la columna, la médula o el cerebro, una resonancia magnética puede detectar lo siguiente:
La resonancia magnética también puede ayudar a identificar la ubicación específica de un centro funcional del cerebro —la parte que controla una función, como hablar o la memoria— para tratar alguna condición de este órgano. Por supuesto, también resulta esencial para preparar cirugías —descomprensión de un nervio pinzado, fusión espinal, etc.—.
Es extremadamente raro que un paciente experimente efectos secundarios después de una resonancia magnética. Sin embargo, cuando se realiza con contraste, náuseas, dolores de cabeza y dolor en el sitio de la inyección son comunes. La alergia al material también es posible, por lo que es necesario notificar al técnico cualquier reacción.
Las personas con claustrofobia también pueden llegar a sentirse incómodas por momentos durante el escaneo.
Referencias: National Institute of Biomedical Imaging and Bioengineering
Mayo Clinic
Medical News Today
KidsHealth
Johns Hopkins Medicine
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