Una fractura patológica ocurre cuando un hueso se rompe en un área debilitada previamente por alguna enfermedad. Cuando un hueso se vuelve frágil a causa de un padecimiento subyacente, el individuo se vuelve más propenso a sufrir una fractura. Las causas incluyen tumores, infecciones y ciertos desórdenes hereditarios, pero hay otra gran cantidad de condiciones que pueden llevar a una fractura de este tipo.
¿Qué es?
Se trata de un hueso roto a causa de una enfermedad en lugar de una lesión. Varias condiciones debilitan los huesos, lo que les hace más susceptibles a fracturarse. Cosas tan minúsculas como toser, subirse a un auto o agacharse pueden provocar una fractura en huesos debilitados por algún padecimiento.
Las dos condiciones más comunes que llevan a esto son las siguientes:
- Tumores. Si crecen cerca de los huesos o se originan en estos, pueden causar una fractura patológica. Además, la presión que ejercen resulta demasiada para los huesos.
- Osteoporosis. Ocurre, principalmente, durante la adultez. La falta de calcio y vitamina D afecta la densidad ósea, por lo que una fractura de esta naturaleza se vuelve muy probable al padecer esta enfermedad.
Otras condiciones que llevan a una fractura patológica son parálisis cerebral, distrofia muscular, espina bífida, síndrome de Down, fibrosis quística, artritis reumatoide, enfermedades renales, etc.
Síntomas
Estos son algunos de los síntomas más comunes de una fractura patológica:
- Dolor en la espalda, las piernas y los brazos.
- Deterioro neurológico en forma de entumecimiento o debilidad en las piernas o los brazos —si la fractura afectó la médula espinal o los nervios de la columna—.
Factores de riesgo
Frecuentemente, una fractura patológica es causada por tumores, los cuales pueden originarse de la columna o ser resultado de un cáncer que se ha esparcido desde otra parte del cuerpo —las vértebras son un sitio común para la metástasis—.
Otros factores de riesgo incluyen los siguientes:
- Dieta con pocos nutrientes, especialmente vitamina D, calcio y proteínas.
- Estar bajo(a) o subido(a) de peso.
- Falta de actividad física.
- Falta de exponerse al sol —fuente de vitamina D—.
- Alteraciones de las hormonas sexuales o de crecimiento.
- Aumento de las condiciones inflamatorias.
- Historial de fracturas en la familia.
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Diagnóstico
Después de revisar el historial médico del paciente, el neurocirujano lleva a cabo un examen físico completo. Si sospecha de una fractura patológica, estas son las pruebas que ayudan a confirmarla:
- Rayos X: proveen una imagen a detalle de la anatomía ósea, así como de la curvatura y la alineación de la columna vertebral. Padecimientos como espondilolistesis, cifosis y escoliosis pueden verse con rayos X. Anormalidades óseas como espolones, estrechamiento del espacio discal, fracturas vertebrales, colapsos o erosiones también se pueden identificar con este estudio.
- Resonancia magnética: produce imágenes detallas de los órganos y otras estructuras gracias a la combinación de grandes magnetos y radiofrecuencia.
- Tomografía computarizada: combinación de rayos X y tecnología computacional que produce imágenes más detalladas del cuerpo que las que se consiguen solo con rayos X.
- Escaneo óseo: se inyecta una sustancia radioactiva para medir la actividad de los huesos.
Tratamiento
El daño óseo es irreversible, pero puede ralentizarse. Después de determinar la severidad de la condición, el médico arma un plan de tratamiento que tenga como objetivo el alivio del dolor y la estabilización del déficit neurológico y de la columna.
En lugar de una cirugía, el especialista puede prescribir medicamentos y recomendar reposo hasta que la fractura sane. Fajas o inmovilizadores de piernas también ayudan a estabilizar y aliviar la presión en el área afectada.
Si la fractura es causada por osteoporosis, el tratamiento puede incluir suplementos de calcio y vitamina D, así como ejercicios con pesas. Si es producto de cáncer metastásico, la radioterapia es una opción. Pero si no hay más remedio que una cirugía, se pueden considerar una vertebroplastía o una cifoplastía, en las que el neurocirujano inyecta cemento óseo para estabilizar la fractura, tratar el dolor y prevenir que una deformidad progrese.
En algunos casos, el cirujano tendrá que remover el hueso enfermo para aliviar presión de la médula y los nervios, lo cual también requiere una fusión espinal para estabilizar la columna hasta que sane. La recuperación puede llevar meses, dependiendo de la parte del cuerpo afectada.
Referencias: Columbia University
WebMD
Verywell Health
Healthline