La escoliosis es una anormalidad tridimensional que ocurre cuando la columna se gira y se curva hacia los lados. En la mayoría de los casos no hay una causa conocida, y a esto se le conoce como escoliosis idiopática. La condición suele ser genética, pero tampoco se han podido identificar los genes, por lo que se cree que su origen podría ir más allá. Se estima que el 3 por ciento de la población la padece.
Para conocer más sobre esta enfermedad, a continuación, examinamos los síntomas, su diagnóstico y el tratamiento que se le da.
Esta alteración de la curva comienza a mostrarse durante la infancia o la adolescencia. El ángulo puede ser pequeño o grande; cualquiera que supere los 10 grados en un estudio de rayos X se considera escoliosis.
Existe una clasificación de acuerdo a la edad:
Esta última representa, aproximadamente, el 80 por ciento de los casos de escoliosis idiopática. La adolescencia es cuando el crecimiento más rápido tiene lugar, por lo que la detección de la curva debe monitorearse de cerca durante esta etapa.
Las mujeres son ocho veces más propensas a requerir tratamiento debido a la progresión de su curva.
También hay otra clasificación según su origen:
Algunos tipos de escoliosis tienen causas muy claras, y se dividen en estructurales y no estructurales. En las primeras, la curva de la columna es rígida y no se puede revertir; en las segundas, la columna trabaja normalmente, pero se ve curveada. Esto puede ocurrir por tener una pierna más larga que otra, espasmos musculares e inflamaciones como apendicitis.
Las causas generales incluyen las siguientes:
En la idiopática, el historial familiar y la genética pueden ser factores de riesgo. Si un niño en una familia la tiene, es necesario monitorear a los demás con regularidad.
La escoliosis que se diagnostica durante la adolescencia puede continuar en la adultez. Entre más esté curveada la columna, esta puede empeorar.
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Generalmente, la escoliosis se confirma con exámenes físicos, rayos X y una tomografía o resonancia. La curva se mide con el método Cobb, y la severidad se expresa en grados. Un diagnóstico positivo se basa en una curvatura coronaria medida en una radiografía posterioranterior de más de 10 grados. En general, la curva se considera importante si es mayor a 25 o 30 grados. Las que exceden los 45 o 50 grados son consideradas severas y requieren tratamientos agresivos.
Una prueba común usada por pediatras es la de Adam, y en ella el paciente se inclina hacia delante con sus pies juntos, doblándose 90 grados en la cintura. Desde ese ángulo, cualquier asimetría del tronco o una curvatura anormal se detecta fácilmente. Cabe destacar que esto no determina la severidad ni el tipo del padecimiento. Estudios de imagenología son requeridos para confirmar el diagnóstico.
Depende de la edad, la severidad de la curva y si es probable o no que empeore; solo un pequeño porcentaje necesitará cirugía. Un médico también puede sugerir alguna opción de las siguientes:
Referencias: American Association of Neurological Surgeons
WebMD
SPINE-health
NHS
Cleveland Clinic
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