La hernia de disco es un padecimiento muy común que puede ser doloroso y debilitante. En algunos casos, puede conllevar dolor, entumecimiento y debilidad en las extremidades.
Afortunadamente, los síntomas pueden resolverse en cuestión de semanas; sin embargo, algunas personas pueden necesitar cirugía.
Anteriormente, ya hemos hablado sobre los procedimientos quirúrgicos, la preparación para ellos, la posterior recuperación, las causas y las consecuencias de no recibir tratamiento. Ahora, nos enfocaremos en el diagnóstico de hernia de disco:
Previo a las pruebas físicas, el médico te hará algunas preguntas sobre tus síntomas actuales y los tratamientos a los que te has sometido para aliviar el dolor. Estas son algunas de ellas:
El especialista también observará con atención tu postura, rango de movimiento y condición física al estar sentando o acostado. Tomará nota de todos los movimientos que causan dolor.
Otros de los cuestionamientos tendrán que ver con otras condiciones médicas existentes —la osteoporosis incrementa el riesgo de una fractura—, tu estilo de vida (sedentario o sumamente activo), tu historial médico y la posible presencia de la condición en otros miembros de la familia.
A continuación, las pruebas físicas que realiza el especialista para obtener un diagnóstico de hernia de disco:
Después, el médico te realizará una prueba de Lasègue. En ella, el paciente, acostado, levanta una pierna sobre su espalda y la mantiene extendida con ayuda del médico. Si hay dolor ciático cuando la pierna estirada está en un ángulo entre 30 y 70°, la interpretación, usualmente, es que la causa es una hernia de disco. Si levantar la pierna no afectada provoca dolor en la que sí, esto sería señal de que la raíz nerviosa ha sufrido daño. Cabe destacar que algunos expertos han encontrado que esta prueba no es tan útil para encontrar discos herniados en pacientes mayores de 60 años.
Para determinar si se trata de un problema neurológico, el médico busca señales de pérdida de la sensibilidad, como entumecimiento y debilidad en las piernas o los pies. También te pedirá que camines normal y de puntillas, para verificar si está presente la condición conocida como pie caído —dificultad para levantar la parte delantera del pie—, en la que los músculos usados para flexionar los tobillos y los pies se debilitan. De igual manera, el médico checará la fuerza de los músculos y los reflejos —para ver si son más lentos o inexistentes— en otras áreas.
El especialista te pedirá que te inclines hacia adelante y hacia atrás, y de lado a lado.
Incrementos en la frecuencia del pulso o la presión arterial pueden ser indicativo de dolor; por otro lado, una temperatura elevada puede ser signo de infección.
El médico observará si caminas despacio o de forma anormal debido al dolor.
Si hay inflamación en la zona lumbar de la espalda, la piel podría lucir anormal o estar muy sensible a los estímulos.
Si el especialista no encuentra señales de algún problema serio, el dolor no es tan severo y no hay ninguna lesión traumática, las pruebas de imagenología podrían ser innecesarias. Algunos médicos preferirán esperar unas seis semanas para ver si los síntomas desaparecen, como ocurre con la mayoría de los pacientes.
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Estas son las pruebas de imagenología que permiten al médico confirmar un diagnóstico de hernia de disco:
Principalmente, se usan para descartar fracturas, anormalidades óseas, infecciones, tumores o problemas con la alineación de la columna. Cabe destacar que no es de mucha utilidad para diagnosticar una hernia de disco.
Procedimiento no invasivo que usa rayos X para producir una imagen tridimensional de la columna. Esta puede mostrar evidencia de un disco roto.
La manera más efectiva de diagnosticar un disco deslizado. La resonancia magnética utiliza campos magnéticos y ondas de radiofrecuencia para crear una imagen de la columna. Esta puede revelar detalles del disco, su núcleo —la sustancia pulposa que tiene dentro— y el anillo exterior. También puede mostrar evidencia de lesiones previas y otros elementos no visibles con rayos X.
Estos rayos X especiales usan un contraste especial, el cual es inyectado en el canal espinal. Con esta prueba es posible identificar rupturas de disco. Además, junto con la tomografía, el estudio es imprescindible antes de realizar una cirugía de hernia de disco.
El estudio mide la actividad de los nervios y los músculos; puede identificar si hay daño nervioso o si un nervio está comprimido.
Esta técnica crea imágenes computarizadas de los huesos. Una pequeña cantidad de material radioactivo es inyectado en los vasos sanguíneos, el cual es recolectado por los huesos, y luego detectado por el escáner. El procedimiento ayuda al médico a detectar problemas como artritis, fracturas, tumores o infecciones.
Con una muestra de sangre se puede determinar si los glóbulos son normales o anormales. Cambios químicos podrían indicar un desorden metabólico, el cual estaría contribuyendo al dolor de espalda.
Referencias: Medical News Today
Weill Cornell Brain and Spine Center
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